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¡Bienvenidos!

Convertimos a todos en enamorados del bosque nuboso...

Somos una Reserva Natural Privada totalmente autosostenible en medio del hábitat del Resplandesciente Quetzal.

Por medio de los servicios que ofrecemos a nuestros visitantes, logramos patrocinar y darle seguimiento a nuestros proyectos sociales, educativos; de investigación, conservación y reforestación.

Visítanos, conoce en dónde se crea el agua que consumes, descubre la maravillosa flora y fauna que vive en los misteriosos bosques nubosos y enamórate... 

Esto ha sido algo así...

La Reserva surgió hace 30 años, por el espíritu conservacionista de mi abuelo Julio Álvarez Ponce, y de mi papá Julio Álvarez Arrué, que desde entonces visionaban este sitio como un oasis para los Quetzales y para toda la fauna y flora que “sobrevive” en el Bosque Nuboso de Baja Verapaz.

Hacia los años 80, se inició el proyecto de reforestar la finca, colindante en aquél entonces con fincas areneras.

Durante los primeros años, los dos ranchitos que se construyeron eran nuestro refugio familiar para los viajes de visita a los abuelos. Con el tiempo, los viajeros nacionales y extranjeros que pasaban por el lugar, pedían permiso para dormir allí una noche… y así empezó a conocerse como “Los Ranchitos”. 

Toda la zona ha sido frecuentada desde siempre por ser la cuna de dos de nuestros símbolos patrios: la Monja Blanca, y el Quetzal Resplandeciente; y “Los Ranchitos” no eran la excepción. Comenzó a tomar popularidad porque cuentan que hace 20 años, al levantarse temprano por la mañana, se podían observar no uno, ni dos, sino hasta 15 Quetzales…

Lamentablemente, la deforestación del área y de las rutas que tomaba el Quetzal para buscar alimento y migrar por estaciones, ha causado que la población de Quetzales se reduzca, y que los que han nacido y crecido en estas áreas ya no puedan migrar. Todo el trayecto que tenían marcado está dañado y no es posible que sobrevivan si lo recorren. Es por ello que podemos decir con toda seguridad que ahora la población de Quetzales que subsiste en este bosque permanece siempre aquí y que es posible avistarlos casi todos los días, más de una vez al día, en su búsqueda de comida y de espacios para descansar.

Es esta entonces la responsabilidad y razón de ser de nuestra Reserva Natural Ranchitos del Quetzal, casa de los Gucumatz (como le llamaban los antiguos Mayas al Quetzal): ser una reserva auto sostenible, que por medio de los proyectos experimentales educativos que se prestan a los visitantes, podamos contar con los recursos necesarios para el cuidado, investigación y preservación del hábitat, bajo el marco del respeto a la naturaleza y a la conservación.

Ofrecemos recorridos por senderos rústicos dentro de la selva virgen para descubrir los brotes de agua dentro de la montaña; un espacio de observación de las distintas aves e insectos propios del bosque de niebla y de las especies migratorias que correspondan a la estación, y el acompañamiento personalizado y familiar para atender a quienes quieren conocer la forma de vida de nuestra bella Ave Símbolo, conviviendo dentro de su misma casa, conociendo y aprendiendo el movimiento natural del bosque nuboso.

El trabajo no ha sido fácil, ni trabajo de una sola persona. Gracias a la ayuda de quienes valoran el esfuerzo que se hace día con día y nos apoyan con su visita, podemos continuar con el sueño de ser un pedacito de tierra donde siempre viva el Quetzal. Es turno de la generación del presente continuar con la misión y dejar precedentes que perduren por décadas, como siempre lo ha sido aquí... creando enamorados del bosque nuboso.

Edna Álvarez

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